ABRAMOS NUESTRAS MANOS

13 de diciembre de 2009

 

ABRAMOS NUESTRAS MANOS

 

         Queridos amigos y hermanos: Paz

         Escucharemos que “el que tenga dos túnicas dé una al que no tiene, y lo mismo haga el que tenga comida…” y también escucharemos de algunas que presenciaban el discurso y, parece, que se sintieron “tocados” por las palabras de Juan: ¿Qué hemos de hacer?…

         Los que hemos sido bautizados con agua, seguramente casi todos los domingos nos hacemos la pregunta de aquellos porque, sin duda, queremos ser de los bautizados, además, con Espíritu y luego… Con la palabra de este domingo nos preguntamos ¿QUÉ HACER?… Y lo hacemos ante la invitación de acoger con toda alegría el estallido de la Navidad… Con Jesús no se vive en el pasado, cruzado de brazos… LA BUENA NOTICIA se nos da hoy y para hoy para compartirla con todos, con los pobres, con los pequeños.

         Y para poder hacerlo hay que dejar a un lado nuestros egoismos, nuestros olvidos, nuestras costumbres de cómoda pereza. Hay que compartir de verdad y con todo el corazón.

         Lo que sucede –y tú y yo lo sabemos bien– es que el compartir, el abrir nuestras manos, requiere determinación y fuerza que no proviene precisamente de los hombres sino de Dios. Es, por ello, por lo que pedimos al Señor la fuerza del compartir. Que no pase esta nueva oportunidad de un compromiso:

 

¡QUE ESTEMOS ATENTOS A LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS! EL SEÑOR NOS INVITA A LA GENEROSIDAD.