Uno de los elementos más importantes en la vida de un cristiano es la oración.Hay personas que creen que la oración consiste solamente en pedir, y por eso apenas les atrae. En otras ocasiones el problema con la oración es que puede convertirse en simples pensamientos, lo cual tampoco resulta demasiado útil; ya pasamos todo el día a solas con nuestro cerebro, y el Señor se merece que le dediquemos al menos unos momentos de nuestro día.
La verdadera oración es mucho más que pedir o pensar: es hablar, desahogarse, agradecer, comunicarse con miradas o sonrisas, escuchar, y a veces, simplemente estar; estar en silencio, como se está con un amigo de gran confianza, con el que hay momentos en los que sobran las palabras. Que la oración debe ser una relación de amistad ya lo decía Santa Teresa de Ávila: “orar es tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama.”
Se podría decir que cuando practicamos a menudo la oración nos metemos en una espiral que se muerde la cola: cuanto más se reza más se va ganando poco a poco intimidad con Dios, se le va conociendo; y cuanto más se le va conociendo, mayor es la necesidad de oración que va surgiendo dentro de nosotros, mayor el deseo del encuentro con el Amigo por excelencia.
La oración es un don que Dios nos regala, ya que nos permite tener una íntima relación con Él. Es, o debería ser, una importante necesidad del cristiano, aunque para convertirse en necesidad tenemos que estar acostumbrados a ella.
Pero, con nuestro ajetreado ritmo de vida, ¿cómo sacar ratos de oración? ¿Dónde encontrar un buen lugar?…
Desde la parroquia se ofrecen varias posibilidades diferentes de encuentro con el Señor a través de la oración:
⇨ Capilla
⇨ Rosario
⇨ Vísperas
⇨ Adoración de jóvenes al Santísimo
⇨ Retiros